Si bien la cibercultura es el
conocimiento y práctica de las nuevas tecnologías, su importancia radica en que
es un instrumento, un medio, para conseguir otros conocimientos, prácticas, que
aporten a la vida del ser humano como tal.
Sin embargo, parece que la
sociedad actual en su camino hacia la globalización, ilusionadamente, se ha
consagrado a la cibercultura, para desligándose de su auténtico ser, humano,
crítico, consciente, adopte posturas deshumanizantes y destructoras de sí
misma.
¿Acaso la verdadera cultura no
nace de la misma práctica del ser humano, de su convivencia social y para su
propio bienestar?
¿A quién le interesa que los
robots o las máquinas reemplacen al ser humano? ¿Qué tiempo de existencia le
queda al maestro para que su tarea se elimine al sea reemplazado por la
cibercultura?
Se debe pensar en la importancia
innegable que tiene la cibertultura como instrumento, como tecnologías para la
educación; mas no como un fin ni como un medio deshumanizante de la humanidad,
teniendo en cuenta, también, que el fin no justifica los medios.